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De Thu, 06 Febrero hasta Thu, 13 Marzo
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Nuevo ciclo: Inteligencia artificial y arquitectura....
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T102. Aprendiendo de la realidad
Imatge:
©Col·legi d'Arquitectes de Catalunya
PRORROGADA LA EXPOSICIÓN UNA SEMANA MÁS. SE PUEDE VISITAR HASTA EL 1 DE FEBRERO.
Nuestra propuesta de tribunal de proyecto final de carrera en la ETSAB comenzó el año 2010. Queríamos formar un tribunal con unas características diferentes, empezando por su composición, en la que todas somos mujeres, y bajando la media de edad del mismo. Estas son unas primeras cuestiones formales, no exentas de importancia, especialmente la de la composición femenina, debido a que los tribunales son todavía hoy mayoritariamente masculinos. Por tanto, consideramos que este hecho es importante para la visibilidad de las profesoras en la ETSAB y para valorar otras formas de enfocar la enseñanza y la profesión. Finalmente, el tribunal ha quedado constituido por Zaida Muxí, Sandra Bestraten, Anna Ramos y, como profesora externa, Patricia Reus. Al principio estuvieron al tribunal Eva Prats como miembro y Margarita Jover Biboum como profesora externa.
La postura del tribunal respecto a los proyectos es que los todavía estudiantes hagan una aproximación a la realidad y su compromiso como profesionales. Obviamente, como todo tribunal pedimos la comprobación de sus capacidades técnicas (urbanísticas, proyectuales, constructivas, estructurales) para resolver la ecuación que es un proyecto ... pero no nos conformamos ... queremos que las propuestas sean posibles, que estén arraigadas en las sociedades en las que les toca vivir; queremos que hagan un ejercicio crítico en el que la resolución del problema sea una de las fases, pero no la única. Por lo tanto, determinar el problema, hacer las preguntas, indagar las referencias previas, encontrar el lugar y el programa adecuados son todas cuestiones de igual importancia.
Damos mucho valor a una serie de cuestiones: la demostración de la necesidad del programa, el compromiso con el lugar (personas, cultura, geografía, clima, capacidades...), la rehabilitación y reutilización de edificaciones existentes, y no necesariamente con valor patrimonial, sino por su valor material. El trabajo, cuando es posible, se prepara en relación con la comunidad a la que va dirigido el proyecto, tanto por su viabilidad socioeconómica como para la construcción del programa. Fomentamos y aceptamos los proyectos que derivan de la cooperación, así como la utilización de los sistemas constructivos más adecuados considerando las capacidades materiales, tecnológicas y humanas de cada contexto; esto incluye la utilización de sistemas menos industrializados, ligados a la construcción en tierra, cañas y de otros materiales. Fomentamos el trabajo en equipos en cuanto a las cuestiones de estudio de los lugares, relación con la sociedad, generación de programas, ya que entendemos que los proyectos deben ser el resultado de debates y diálogos.
Pero sobre todo, entendemos el proceso de proyecto final de carrera como un diálogo y un aprendizaje mutuo, del que estamos muy satisfechos.
La elección que se ha hecho es representativa de los trabajos presentados en estos primeros 4 años y los objetivos expuestos. Algunos de los proyectos son resultados de experiencias que como estudiantes les llevó por todo el mundo, como los casos de los proyectos en India, África y Brasil. Los dos primeros casos fueron proyectos de cooperación con ayudas del CCD de la UPC y el tercero como resultado de la experiencia académica de intercambio en Río de Janeiro. Los proyectos en Barcelona surgen de las oportunidades que como vecinos supieron descubrir en su entorno más próximo. El caso de Igualada es la respuesta que como ciudadano comprometido vuelve a su ciudad todo lo que ha aprendido en la universidad.
Los proyectos de Carla Amat, Helena Cardona, Julia Goula y Dafne Saldaña, realizados en la India, son el resultado del trabajo con una ONG local de mujeres que busca mejorar las condiciones de vida de las mujeres, y en este sentido todos los proyectos proponen espacios que permitan conciliar las responsabilidades del cuidado con la propia capacitación y trabajos remunerados; todo basado en estrategias urbanas de redes seguras para mujeres. Carla, Helena, Julia y Dafne forman el colectivo EqualSaree. El trabajo de Miguel Reina también aborda la condición de las mujeres, en este caso en Etiopía, en la ciudad de Wukro, proponiendo espacios de formación y de recursos para mujeres, en relación a las carencias por él detectadas en la ciudad.
A los casos de Río de Janeiro, de Silvia Costa, y de Barcelona en el edificio de la ONCE en el Eixample izquierdo de Julieta Durán, si bien alejados geográficamente, los emparenta la decisión proyectual de reutilizar dos grandes edificios de estructura de hormigón, dando nuevos usos, transformándolos para mejorar las condiciones espaciales y de habitabilidad de los mismos.
El proyecto para las fábricas del Rec de Igualada de Antoni Valls encuadra en una respuesta de revalorización patrimonial ante el nuevo plan, que pretende destruir toda esta memoria. Demuestra que se pueden conseguir las ganancias que promete el plan, pero sin destruir el patrimonio, y propone un proyecto concreto para la producción industrial, con una materialidad provisional o de pocos recursos para hacerlo viable.
Por último, los cuatro proyectos de los componentes de LaCol en La Bordeta, Arnau Andrés, Lali Daví y Pol Massoni en Can Batlló, y Carles Baiges con la Lealtad Santsenca han demostrado, con el paso del tiempo, como los proyectos de final de carrera con raíces en la realidad no sólo son posibles, sino que pueden tener una gran influencia en el barrio en el que están trabajando.
El compromiso personal con las personas, las necesidades y los sitios que comparten todos estos proyectos los puede convertir en un referente de un momento de cambio, y de otra manera de entender la arquitectura.
Zaida Muxí, Sandra Bestraten, Anna Ramos y Patricia Reus
Colabora:
La postura del tribunal respecto a los proyectos es que los todavía estudiantes hagan una aproximación a la realidad y su compromiso como profesionales. Obviamente, como todo tribunal pedimos la comprobación de sus capacidades técnicas (urbanísticas, proyectuales, constructivas, estructurales) para resolver la ecuación que es un proyecto ... pero no nos conformamos ... queremos que las propuestas sean posibles, que estén arraigadas en las sociedades en las que les toca vivir; queremos que hagan un ejercicio crítico en el que la resolución del problema sea una de las fases, pero no la única. Por lo tanto, determinar el problema, hacer las preguntas, indagar las referencias previas, encontrar el lugar y el programa adecuados son todas cuestiones de igual importancia.
Damos mucho valor a una serie de cuestiones: la demostración de la necesidad del programa, el compromiso con el lugar (personas, cultura, geografía, clima, capacidades...), la rehabilitación y reutilización de edificaciones existentes, y no necesariamente con valor patrimonial, sino por su valor material. El trabajo, cuando es posible, se prepara en relación con la comunidad a la que va dirigido el proyecto, tanto por su viabilidad socioeconómica como para la construcción del programa. Fomentamos y aceptamos los proyectos que derivan de la cooperación, así como la utilización de los sistemas constructivos más adecuados considerando las capacidades materiales, tecnológicas y humanas de cada contexto; esto incluye la utilización de sistemas menos industrializados, ligados a la construcción en tierra, cañas y de otros materiales. Fomentamos el trabajo en equipos en cuanto a las cuestiones de estudio de los lugares, relación con la sociedad, generación de programas, ya que entendemos que los proyectos deben ser el resultado de debates y diálogos.
Pero sobre todo, entendemos el proceso de proyecto final de carrera como un diálogo y un aprendizaje mutuo, del que estamos muy satisfechos.
La elección que se ha hecho es representativa de los trabajos presentados en estos primeros 4 años y los objetivos expuestos. Algunos de los proyectos son resultados de experiencias que como estudiantes les llevó por todo el mundo, como los casos de los proyectos en India, África y Brasil. Los dos primeros casos fueron proyectos de cooperación con ayudas del CCD de la UPC y el tercero como resultado de la experiencia académica de intercambio en Río de Janeiro. Los proyectos en Barcelona surgen de las oportunidades que como vecinos supieron descubrir en su entorno más próximo. El caso de Igualada es la respuesta que como ciudadano comprometido vuelve a su ciudad todo lo que ha aprendido en la universidad.
Los proyectos de Carla Amat, Helena Cardona, Julia Goula y Dafne Saldaña, realizados en la India, son el resultado del trabajo con una ONG local de mujeres que busca mejorar las condiciones de vida de las mujeres, y en este sentido todos los proyectos proponen espacios que permitan conciliar las responsabilidades del cuidado con la propia capacitación y trabajos remunerados; todo basado en estrategias urbanas de redes seguras para mujeres. Carla, Helena, Julia y Dafne forman el colectivo EqualSaree. El trabajo de Miguel Reina también aborda la condición de las mujeres, en este caso en Etiopía, en la ciudad de Wukro, proponiendo espacios de formación y de recursos para mujeres, en relación a las carencias por él detectadas en la ciudad.
A los casos de Río de Janeiro, de Silvia Costa, y de Barcelona en el edificio de la ONCE en el Eixample izquierdo de Julieta Durán, si bien alejados geográficamente, los emparenta la decisión proyectual de reutilizar dos grandes edificios de estructura de hormigón, dando nuevos usos, transformándolos para mejorar las condiciones espaciales y de habitabilidad de los mismos.
El proyecto para las fábricas del Rec de Igualada de Antoni Valls encuadra en una respuesta de revalorización patrimonial ante el nuevo plan, que pretende destruir toda esta memoria. Demuestra que se pueden conseguir las ganancias que promete el plan, pero sin destruir el patrimonio, y propone un proyecto concreto para la producción industrial, con una materialidad provisional o de pocos recursos para hacerlo viable.
Por último, los cuatro proyectos de los componentes de LaCol en La Bordeta, Arnau Andrés, Lali Daví y Pol Massoni en Can Batlló, y Carles Baiges con la Lealtad Santsenca han demostrado, con el paso del tiempo, como los proyectos de final de carrera con raíces en la realidad no sólo son posibles, sino que pueden tener una gran influencia en el barrio en el que están trabajando.
El compromiso personal con las personas, las necesidades y los sitios que comparten todos estos proyectos los puede convertir en un referente de un momento de cambio, y de otra manera de entender la arquitectura.
Zaida Muxí, Sandra Bestraten, Anna Ramos y Patricia Reus
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